Marta Celmira Yuspa de Penido

Nació el 20 de enero de 1921, en la ciudad de La Plata, provincia de Buenos Aires. Sus padres fueron Humberto Yuspa y Celmira Grosso. Fue la cuarta de cinco hermanos: Aleda, Esther, Enrique, Alberto. Siendo aún muy jóvenes y al fallecer sus padres, debieron ayudarse entre ellos a terminar sus respectivos estudios.

Marta Celmira Yuspa

Vivió toda su vida en La Plata. Cursó sus estudios primarios en la escuela N° 10 y el secundario en la escuela Normal N° 1, del cual egresó recibida de docente con tan sólo 16 años.

Inmediatamente, consiguió trabajo en una escuela rural de Villa Nueva, localidad del partido de General Paz, provincia de Buenos Aires. Por tal motivo, solo regresaba a La Plata cada tres meses, así se desempeñaba como docente, pero también cumplía funciones de portera, cocinera y directivo.

Años más tarde, escribiría sus memorias como maestra rural en el único libro que editó «Mi escuelita rural», donde relata muchas de las anécdotas, vivenciadas en esa época, en primera persona, cuando con mucha energía y dedicación hizo sus primeros pasos en la docencia.

Marta Celmira Yuspa

El 24 de julio de 1951 se casó con Antonio Penido, quien era empleado bancario. De esa unión nacieron Gustavo y Mónica. Abuela amorosa y permisiva, tuvo siete nietos: Emiliano, Matías, Guido, Julia, Lautaro, Sofía y Laura.

Marta era una persona de carácter fuerte, recto y muy exigente. Pero también era dulce y solidaria. No contaba con mucho tiempo libre disponible, pues desde muy joven tuvo que salir a trabajar, pero le encantaban las plantas y disfrutaba de escribir. Desde pequeña soñaba con ser docente pues su pasión siempre han sido los niños.

Teniendo ya su propia familia constituida y siempre con la ayuda de su esposo, a quien todos conocían como «Don Antonio», muy de a poquito comenzó a hacer realidad su sueño, esa meta de la escuela propia. Primero teniendo algunos niños a su cuidado, y luego abriendo salitas, fundó allá por 1966 «Mi casita». Este jardincito funcionaba en las habitaciones de su propio hogar. Con mucho sacrificio, este fue creciendo y cada año se agregaba un grado más. Debido a esto, y a que ya la escuela contaba con muy buena reputación y la comunidad también iba creciendo, en el año 1982, la escuela que ya se llamaba «Benito Lynch» en honor al escritor platense a quien ella tanto admiraba y veía escribir en la plazoleta que hoy lleva su nombre, se mudó a la calle 35 entre 14 y 15.

Cuando su esposo se jubiló, continuó alimentando este proyecto que ya compartía con Marta y como no quería permanecer en su casa sin nada que hacer y como amaba tanto los niños, decidió poner su camioneta personal a disposición de la escuela y se encargaba de ir a buscar a los alumnos. Años después tendría su transporte escolar.

Antonio Penido

Hasta el año 1998, se hizo cargo del colegio como directora del establecimiento. Ya con 77 años, dejó de ejercer y se mudó con su hija, con quien vivió sus últimos años. A pesar de esto, nunca dejó de preguntar por su escuela y su personal, a diario. A partir de ese año la escuela quedó en manos de sus hijos, quienes continuaron con la labor de su madre.

Mónica Penido y Gustavo Penido

La escuela continuó ampliándose a medida que iban comprando los terrenos aledaños y Marta llegó a ver, allá por el año 2000, que el secundario se ponía en funcionamiento.

Murió un 12 de febrero de 2004, a los 85 años, a causa de una descompensación. Ese día, el cortejo fúnebre pasó por la puerta de la escuela que había visto crecer. Allí la esperaban sus alumnos, quienes le arrojaron flores a su paso y le devolvieron el amor recibido, con esta última despedida.

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